Las restricciones de la movilidad, la protección de la salud y el creciente teletrabajo propician la búsqueda de viviendas lejos de las grandes urbes afirma Comervi constructora de Inseryal
El aumento del teletrabajo hasta un 34% y las restricciones por la actual pandemia han instaurado un nuevo paradigma en el sector inmobiliario. La protección de la salud ha llevado a miles de ciudadanos a adquirir viviendas en otros municipios como alternativa a las grandes ciudades. Se trata de un cambio en los hábitos y preferencias del consumidor resultado del actual escenario social. Durante el 2020 se hicieron 415.748 compraventas, un 17,7% menos que el año anterior según el INE (Instituto Nacional de Estadística).
El perfil del nuevo comprador es claro: mayoritariamente nacional y procedente de una gran capital de provincia. Son familias de clase media, buscan mejorar su calidad de vida además de espacios abiertos, jardines o zonas comunes. Necesitan más espacio para vivir y teletrabajar y huyen de la gran ciudad afirma COMERVI, constructora de Inseryal (Comercializadora Mediterránea de Viviendas) empresa constructora con más de 17.000 viviendas entregadas en la costa de Castellón, frente al Mar Mediterráneo. En palabras de la constructora, que vende con la marca inmobiliaria INSERYAL, la crisis sanitaria ha generado una mayor demanda de inmuebles frente al mar por parte de familias procedentes de Madrid, Barcelona o Valencia. Inseryal ha notado un cambio en el estilo de vida promovido por el teletrabajo. El nuevo cliente da más importancia a la climatología y busca más espacio para sus hijos. El precio de una vivienda es, además, entre un 15% y un 51% más barato conforme nos alejamos de una gran ciudad.
El teletrabajo va a condicionar el lugar en el que vivimos, tener una vivienda más grande para tener una habitación que haga de despacho es ahora más importante que nunca. La ciudad ha dejado de ser vista como un escenario de oportunidades. El trabajo deslocalizado o la calidad de vida para los hijos se han convertido en los principales criterios que han sobrepasado a la tradicional demanda de turistas o extranjeros en busca de sol y playa.
Vivir en el litoral supone una ventaja global, se pagan menos gastos en transporte o aparcamiento y se mejora la calidad de vida. Muchos profesionales y directivos teletrabajan conciliando su vida familiar con la laboral. Las videoconferencias y las apps permiten que el trabajo deslocalizado sea una realidad. Este éxodo ha marcado un antes y un después en el sector inmobiliario quien ahora cuenta con nuevos perfiles de cliente. Este tipo de viviendas disponen de una buena dotación infraestructural, equipamientos sanitarios en zonas próximas, restauración de calidad, máxima conectividad a Internet y buenos accesos y comunicaciones. Las familias con niños pueden disfrutar de las mismas ventajas que en un gran núcleo urbano a un precio más económico. Por tanto, hablamos de una demanda cualitativa y no solo cuantitativa que sin duda caracteriza al mercado inmobiliario. Este nuevo escenario social no ha hecho más que empezar y se ha instaurado como una nueva cultura que probablemente prevalecerá más allá del fin de la pandemia.
Fuente: Periodistas Reunidos